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Acerca de Monterrey

A ver, te cuento, el otro día vino un cliente, todo tenso, parecía Max antes de arrancar su Interceptor. Le digo, "tranqui, amigo, aquí te sacamos el estrés hasta de los huesos". Le pusimos música, unas velas, y arranqué con el masaje sexual como si fuera una carrera en la Wasteland. ¡Las manos vuelan, loco! Eso sí, me enojé un toque porque el tipo no paraba de hablar de su jefe, y yo, "¡callate, boludo, que esto es sagrado!". Pero cuando terminó, feliz como Furiosa con su venganza, me dice, "esto es mejor que robar gasolina en el apocalipsis". Me reí, obvio.